Así como el niño se mueve anticipándose al supuesto golpe que podría recibir del maestro, nosotros solemos distraernos y dejar de ver el problema al cual nos enfrentamos. El pensar en hechos o situaciones del pasado que se dieron de una manera y la posibilidad de que puedan repetirse en el futuro nos desequilibra. Nos olvidamos de cuál es el verdadero problema del presente, aunque lo tengamos frente a nuestros ojos. Nos lleva incluso a dudar si hay o no un problema del cual tengamos que ocuparnos. El maestro de artes marciales le dice al alumno que el problema es él y que es en él en quien debe enfocarse, que no se distraiga. Por lo tanto, cuando podemos enfocarnos verdaderamente en el problema, sin distracciones, es que podremos trabajar en resolverlo. Un cliente me decía hace unos dias que ahora está pudiendo trabajar muy enfocado y tranquilo en su empresa a pesar del contexto. Antes de la pandemia tenía muchos miedos, veía amenazas en todo lados, pero esa era su interpretación de la realidad y la pasaba mal. Una llegada tarde de un empleado o un proveedor que no cumpliera lo afectaba demasiado.
Hoy, al enfrentar un horizonte tan complejo, lo hizo cambiar su perspectiva y puede ver objetivamente cuál es el problema principal a resolver sin distraerse y lidera disfrutando el hacer su trabajo. Todo su equipo lo está acompañando y nosotros estamos trabajando para que ésta sea su nueva forma de trabajo.
Plan B